sábado, 10 de septiembre de 2016

HOMENAJE A NUESTROS MAYORES CANARIOS

Una de las cosas que más valoro de las personas canarias, aparte de su amabilidad y solidaridad, es su apego a la familia. Me lo han demostrado muchas veces. Por eso quiero hacer este homenaje a nuestros mayores canarios.


Cuando yo llegué a esta isla en 1975 mucha gente, entonces de edad cercana a los cuarenta años, me ayudaron en los momentos difíciles a salir adelante.

Todos estarían ahora por encima de los ochenta años, muchos ya se han ido, otros, por fortuna, siguen con nosotros.

A modo de homenaje a nuestros mayores canarios me gustaría hablar de curiosidades sobre ellos.

Todos somos solidarios con los derechos de la infancia, a veces, cuando veo noticias tristes de las miserias que pasan los niños en países pobres o en guerra, pienso que esos niños tienen mucho futuro por vivir y que algún día podrán ser grandes personajes de nuestra sociedad.

Aun preocupándome muchísimo la infancia, debo decir que me preocupa aun más las personas mayores. Estos lo que tienen es muchísimo pasado, viven el presente y el futuro cada vez es más corto.

Les hablaré, a través de tres familias canarias, de las vicisitudes que pasaron en la época posterior a la posguerra. Unos ejemplos reales que, esas maravillosas personas mayores, me han contado y yo quiero compartir con ustedes.

Estas tres historias podrían ser perfectamente la de sus propias familias…

Como siempre dirijo este artículo de opinión a todas las edades, pero principalmente a los jóvenes, para que comprendan que las condiciones de vida de antes no son las mismas que ahora.


.- Mama Lola y Papa Chico, de Telde. Siempre los consideré “mi familia canaria”.
Tuvieron cuatro hijos y dos de ellos murieron en la infancia, la mortalidad infantil en aquel entonces era muy elevada.
Mama Lola era tomatera y Miguel, al que llamábamos Papa Chico, albañil.

Los domingos, único día que libraba, Mama Lola  iba a enramar a sus padres con una escalera al hombro atravesando todo Telde hasta el cementerio de San Gregorio. Es una costumbre muy arraigada en Canarias, la de honrar con flores a nuestros muertos.

Cuando mejor les iba la vida, ya ambos jubilados, perdieron a su hijo Miguel, pocos años más tarde Lola tuvo cáncer y la única hija que le quedaba viva, Carmenza, también. Cuanto me dolía escuchar a Mama Lola, cuando iba a visitarla, que a pesar de los tremendos dolores que padecía no podía quejarse para no preocupar a su hija, que también pasaba por el mismo trance. Ambas de fueron con pocos meses de diferencia.

Lola no sabia leer ni escribir, pero para mi era una mujer con mucha cultura, cuando hablaba me quedaba embelesado por su natural sabiduría.
Los estudios no siempre garantizan a una persona ser culto.


.- María Ramírez Castro, de Santa Lucia. Nació en 1926.
Jamás tuve el placer de conocerla en persona, pero si supe mucho de ella a través de su hija Amparo,  de su vida, de su dedicación a la familia… Cuando ya nos íbamos a conocer, María se nos fue el 31 de agosto del año pasado, once días más tarde de haber cumplido 89 años.

María nació en Santa Lucia de Tirajana, si bien muchísimos años de su vida los vivió en el Castillo de Romeral.
Cuando tenía solo siete años, su padre murió con poco más de 30 años. Ya antes había muerto una hermana de pocos meses, como dije antes, había en esa época una gran mortalidad infantil.

Con tan solo siete años, y antes del estallido de la Guerra Civil, su madre tuvo que ir a asistir a una familia pudiente de Las Palmas mientras María tuvo que dejar de estudiar y ponerse a trabajar, si, con solo siete añitos. Además, en ausencia de su madre, María atendía la casa familiar y cuidaba también de los dos hermanos más pequeños.

A esa edad ya trabajaba en las tomateras, con animales y cuando podía, recogía almendras para después venderlas y aportar algo de dinero para la subsistencia de su familia.

Ya más mayor, y tras una infancia con muchos sacrificios, María se casó con Bartolomé López Pérez, un cubano hijo de emigrantes canarios que volvió a su tierra para establecerse en Santa Lucia. Su marido murió también muy joven, con 54 años.

Esas personas que tanto han luchado en la vida nos enseñaron también a nosotros el valor del trabajo. Con 18 años su hija Amparo dejó de estudiar, la respuesta de María fue diferente a la que se da hoy en día, al día siguiente de dejar los estudios envió a su hija a trabajar.

Nada que ver con la sobreprotección que hoy se da a los hijos y el poco favor que se les hace. Los hijos algún día tendrán que dejar la casa paterna y nada mejor que enseñarles que,  para poder tener, hay que aportar.

A pesar de su triste infancia, María fue siempre una mujer muy alegre.
Ya de mayor su vida fue recompensada por unos maravillosos hijos y nietos que la cuidaron con muchísimo cariño.


.- Manuel Santana Ramírez, de Agüimes y conocido como “Manolito el hueso”.
Casó con una lanzaroteña. Dolores Melián Grimón, se enamoraron y se quedaron a vivir aquí.
Ambos tuvieron 11 hijos y los sacaron adelante con salud pero no pocas miserias.
A través de mi hermana Maite, que hace poco se ha trasladado a vivir a Arinaga, me enteré de aspectos de la vida de esta familia y me quedé impresionado también con todo lo que tuvieron que pasar.

Me contó que los hermanos mayores, cuando no había nada que cenar, les contaban historias a los hermanos pequeños para que se quedaran dormidos y se olvidaran del hambre.
Tan solo tenían naranjas cuando alguno caía enfermo, recordar que entonces se comían hasta las cascaras.
Los hermanos, para ayudar en casa, recogían cochinilla que luego vendían y de esa forma podían obtener algo de dinero para comprar comida.

Cuando ya habían pasado lo peor y todos los hermanos eran mayores y ya trabajaban, el padre comentó que tanto bienestar que tenían ahora en casa le preocupaba. Efectivamente, uno de los hijos murió con 15 años. Dicen que de dolor nadie muere, yo discrepo, Manuel se fue dos años más tarde con tan solo 58 años.

La parte más positiva de la historia de esta familia es la siguiente:
Dolores, la madre, tuvo un ictus y, aunque está muy bien, necesita ayuda constante en casa.
Los hijos habilitaron la parte baja de una casa en Arinaga y todos los días está atendida por dos hijos, un varón y una hembra. El varón, para con su fuerza física mover a la madre y la hembra, para asearla.
Hace 41 años, ya les dije, una familia canaria se convirtió en la mía, después de tantos años me alegra mucho oír a mi hermana decir que ella también tiene su propia familia canaria. La familia Santana Melián.


CONCLUSIONES:

He querido, a través de estas tres familias canarias, exponerles las enormes dificultades  que se pasaba en Canarias, hasta bien entrada la década de los sesenta del pasado siglo. Pero también para decirles lo orgulloso que estoy de cómo los canarios, por lo general, saben tratar a sus mayores, cuidarlos.
Los padres lo hicieron por los hijos y ahora es nuestro turno, mientras podamos, de devolverles parte de lo que ellos nos han dado.

Pero no solo han sido estas tres familias de las que he hablado, han sido muchísimas las Lolas, Miguel, María, Manuel, Dolores, y otros tantísimos nombres de personas que tendrían tanto que contarnos, que enseñarnos.
A todos ellos deberíamos honrarlos y reconocerles su gran labor en una época tan difícil de vivir.

A los que todavía tienen suerte de tener a sus padres, o a sus abuelos, pedirles que sigan atendiéndolos, que ellos se sientan recompensados. Háganlo antes de que ya sea tarde. Que cuando se nos vayan podamos decir que hemos sido buenos hijos, buenos nietos, tener nuestra conciencia tranquila.

Como dijo el poeta chileno Pablo Neruda, recordarles con cariño cuando se nos van es como si ellos nos dijeran desde algún sitio: “confieso que he vivido”.

Todo esto debería de servirnos para valorar positivamente como vivimos en la actualidad. Y no perder la costumbre de hacer un homenaje a nuestros mayores canarios.

Ya, para terminar y como dato curioso para hablar de nuestra tercera edad, decir que el número de personas mayores de 100 años en España se ha duplicado en los últimos 15 años. Ahora son 14.487 y de los cuales el 80% son mujeres.

Se ve que las mujeres tienen mejor genética.


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