Desde hace miles de millones de años, existe la vida en
nuestro universo. Esa vida ha ido evolucionando, como hiedras balanceadas por
el viento, a muchísimas formas de vida diferentes, pero siempre “VIDA”.
Tendemos a pensar que somos únicos, que nadie ha sido tan
inteligente como lo somos ahora, y estamos equivocados. Hace decenas de miles de años apareció el Ser Humano en
nuestro planeta Tierra, surgió, como todo surge, de casualidades que hicieron
que los depredadores se extinguieran y eso permitiera surgir a nuestra especie,
“El Homo Sapiens”.
Cuando nosotros miramos las estrellas, esas mismas estrellas
las observaban ellos, nuestros antepasados, y seguramente se preguntaban lo
mismo que nos preguntamos nosotros: ¿Qué es eso, que somos…?
Sabemos que somos insignificantes y desde que el Ser Humano
fue capaz de razonar, las dudas acerca de cual es nuestro significado en la
vida siempre la hemos tenido. Ese ansia de saber lo que
somos se tradujo en la Biblia, textos escritos que datan de 900 años A.C. a 100
años D.C. Fue tan solo 300 años A.C. cuando 72 traductores hebreos
escribieron, a través de las tradiciones orales, el llamado “Libro Sagrado”. Era un claro interés de auto proclamarse el pueblo hebreo el
elegido de Dios y como tal, tener derecho a matar con tal de conseguir su
“Tierra Prometida”.
Ahí comienzan las ansias de las personas por, a través de
imaginar a alguien divino, dominar a su pueblo y prometerles una “vida eterna”
mas allá de los sufrimientos terrenales.
La gran mayoría de las civilizaciones antes de Cristo
adoraban a multitud de Dioses, era el sentir que su presencia en este mundo
tenía un significado. Los hebreos fueron los primeros en adoptar una religión
“monoteísta”, es decir, de un solo Dios. Ni más y menos se trataba de, unificar Dioses en uno solo y
de esa forma, dar sentido a poder dominar a sus súbditos mediante miedo al
“castigo divino”.
Los primeros datos sobre Cristo se tuvieron entre 60 y cien
años después de su muerte. Ningún escriba romano, dominador de las tierras de Judea y
Samaria, se había hecho eco de nadie llamado así. Ni tampoco de ninguna matanza
de Herodes. En el año 325 después de Cristo, tuvo lugar el Primer
Concilio de Nicea convocado por el Emperador Constantino I. En él se sentaron las bases para proclamar a Cristo como hijo
de Dios, seguramente en base a tradiciones orales sobre la figura de un
“Mesías”.
¿Por qué se hizo?, pues para dominar al pueblo haciéndoles
creer en una vida después de la muerte y así hacerlos siervos del representante
de su Dios en la Tierra, es decir, del gobernante de turno. Las tres religiones monoteístas principales son el judaísmo,
el cristianismo y el islamismo. Las tres provienen de un mismo Dios al que le
llaman Yahvé, Dios o Alá. Un mismo origen, la Biblia que hoy sería considerada un
“libro de aventuras” y que en base a la tradición lo consideran un “libro
sagrado”.
Hay diferentes formas de sentir que somos. Unos hebreos,
cristianos, islamistas, budistas, agnósticos, ateos, etcétera…
Yo soy ateo, niego la existencia de un Dios, pero al mismo
tiempo proclamo algo que puede tener un mismo significado, proclamo que hay
VIDA.
La Teoría de la Evolución, “El origen de las especies”, de
Charles Darwin dice que todo ser vivo procede de un antepasado común de
aproximadamente entre 3.500 y 3.800 millones de años. La Teoría del Big Bang nos habla de la creación del Universo
a través de una “Gran Explosión”, pero parece que nadie quiere preguntar: ¿Y
que fue lo que explosionó?, porque para explotar algo, algo tendría que haber.
Es decir, apreciados lectores de digitalfarocanarias.com,
tenemos que reconocer que somos ignorantes, que existe la vida porque la
sentimos y vivimos, pero no somos capaces de decirnos a nosotros mismos el
porqué existimos.
Unos tienen Fe y en base a ello aceptan todo lo que se les
quiera decir, quizás tienen miedo a saber que somos árboles de hojas caducas,
que somos un ligero suspiro en la vida de nuestro Universo. Muchas personas que no creemos en Dioses somos precisamente
los que más cumplimos con los preceptos de las religiones monoteístas: Respeto
a nuestros padres y a nuestros antepasados, respeto a la vida y propiedades de
nuestros semejantes, respeto a las creencias de los demás, pero eso si, exigir
que a los “no creyentes” u a “otras confesiones” también se nos respete.
Quien quiera religión, ya saben, hay sinagogas, iglesias y
mezquitas para poder ejercitar el derecho a profesarla.
Por encima de todas
las religiones y creencias, yo creo en el respeto mutuo, en el respeto que
todos como Seres Humanos que somos debemos de otorgarnos, eso si, el respeto
es de ida y vuelta, algunas religiones no saben lo que eso significa.
En definitiva, lectores de digitalfarocanarias.com, yo creo en una religión, la “Religión
de la Vida”.
Colaborador de Radio Faro
Canarias y
No hay comentarios:
Publicar un comentario